Relatos finalistas: En clave de Urraca.

Érase una noble familia que provenía del reino de Castilla, los Jiménez. Sus ancestros habían ido acumulando todas las riquezas y, como no se fíaban ni de su propia sombra,


decidieron almacenarlo todo en una cámara sellada, cuya única llave era un anillo. No valía uno cualquiera, era de oro macizo, pesaba una barbaridad y en relieve tenía un sello con forma de urraca, ave que aparecía en el escudo de armas familiar.El secreto había sido transmitido de generación en generación, de padres a hijos. La tradición duraba hasta que el revelo pasó a Juan XIII, en el año 1709, la muerte llegó y al no tener hijos, dejó escrito con su propia sangre en el testamento que la única propietaria de la herencia Jiménez era su prima, Petra de idéntico apellido. Muchos sospechaban que estaban casados en secreto pero no se atrevían a mostrar su opinión, la familia se dividió en dos bandos... Al enterarse de la noticia pudo percatarse del peligro que corría su vida, muchos eran los que ansiaban conseguir el tesoro y así pagar la deuda que tenían por haberles hecho ser esclavos durante largos y tristes años. Petra era una buena mujer, pero se dejaba llevar demasiado por el poder y el dinero, le hacían encubrirse de una espesa niebla, impenetrable, que no le dejaba ver el sufrimiento que estaba causando.Mientras su hermana, Urraca, quien había estado enamorada de Juan desde que se conocieron, decidió acudir a un hechicero muy popular llamado Zdedicus, no estaba ni vivo ni muerto y con poder mágico. Urraca compadeció ante él y a cambió de un par de sacos de monedas de plata hizó un pacto, cada cuatro lunas llenas Zdedicus la convertiría en urraca y se colaría en palacio para quitar el anillo a su hermana y robar el suficiente sustento con el que su madre y ella sobrevivirían.Petra, ajena a todo esto, seguía viviendo lo que quedaba de su frívola existencia y cada día subía los impuestos al pueblo. Martes, 4 de junio, luna llena y con ella ya van cuatro, hoy era el día señalado. Al caer la noche se pudo observar un extraño ejemplar de urraca que, ayudada con el reflejo de la luna, robaba el anillo y se introducía en la cámara cumpliendo su objetivo. La mañana siguiente era peculiar, no se escuchaba un ruido, ni siquiera el píar de los pájaros. Todo parecía estar en calma hasta que Petra fue a realizar un recuento del tesoro. Quedó perpleja al comprobar que la puerta no estaba bien cerrada, pero lo dejó pasar y puso un centinela de guardia.A la siguiente cuarta luna, volvió a ocurrir lo mismo, pero hubo algo que hizo que todo cambiase. Salvador, el centinela, estaba cumpliendo su guardia, cuando apareció la urraca y vió convertirse en una mujer, la conocía perfectamente, era Urraca. No la delató y guardó su secreto, años atrás había ayudado a su padre enfermo. Se citaron y consiguieron llegar a un acuerdo, serían cómplices y repartirían el dinero. Petra tuvo un sueño que le hizo darse cuenta de que ésa no era ella, ¿sería demasiado tarde para remendar sus errores?Definitivamente no, mandó preparar el carruaje y marchó a visitar a su hermana y madre. De rodillas les pidió perdón, entregó todos sus bienes y empezó una nueva vida. Urraca le contó la verdad e hicieron las paces para formar una nueva saga de Jiménez, cuyo apellido se conoce como Mateos.¿Cómo lo sé? La respuesta es fácil, solo os diré que me llamo Andrea Mateos y tengo un anillo con una urraca en relieve.