El conjuro del reloj de oro

ATENCIÓN: Este relato va avanzando... pero aún no se ha desvelado el misterio. Creo que para no perder el hilo de la historia que vamos haciendo juntos, sería bueno que la leas completa antes de añadir más datos, hechos, descripciones... o le perderemos el hilo.

Aquí la tienes entera.

En el suelo de la habitación había un pequeño reloj de oro cuyas agujas giraban al revés. Lara se quedó mirando hipnotizada como se movían y... de pronto, descubrió que, al mirar fijamente aquellas saetas que desafiaban el eterno devenir del tiempo, todo parecía detenerse.
Estaba pensativa, y obsesionada... cuando se abrió la puerta de la habitación. Era su madre que la llamaba para cenar. Lara desvió su mirada durante unos segundos del reloj para contestar a su madre y le dijo: esperadme para cenar, no tardaré mucho. Cuando la puerta se cerró por completo, volvió a fijar su vista en el reloj y pudo observar una pequeña inscripción en la parte de atrás que decía: "Tempus fugit retro". Lara se quedó pensativa mientras oía la voz de su madre que la llamaba, por enésima vez, para que bajara a cenar. Bajó las escaleras y se sentó en la mesa.
Mientras cenaba, apenas escuchó lo que hablaban sus padres. Seguía pensando qué significaría ese mensaje. Sus padres la vieron absorta, muy preocupada. Y le preguntaron qué le pasaba. Y Lara les dijo que no le pasaba nada, sólo estaba cansada. Sus padres no la creyeron y decidieron investigar qué es lo que le sucedía.
Cuando acabó de cenar se fue rápidamente a su habitación. Este comportamiento preocupó un poco más a su madre. A Lara le gustaba coleccionar libros antiguos, miró en la estantería a ver si en alguno de ellos estaba la extraña frase. Entonces, en uno de los libros descubrió la inscripción del reloj. "Tempus fugit retro: Conjuro utilizado por los hechiceros que antiguamente servía para viajar a través del tiempo y el espacio."

Se quedó pensando qué significado tendría aquello y cómo podía averiguar la relación que tenía con el reloj.
Le costó mucho quedarse dormida y durmió inquieta toda la noche. Soñó con relojes por todos lados, y uno de ellos sus agujas giraban al revés. Se despertó más inquieta aún. Fue un largo día en el que no logró concentrarse en nada, las horas de clase se le hicieron eternas, continuamente pensaba en el reloj.

Al día siguiente, a la hora de desayunar, vio en el periódico algo que le llamo la atención. Venía un reportaje sobre conjuros antiguos. Durante un rato leyó con detenimiento el artículo del periódico. Mientras pensaba, siguió pasando distraída las páginas del periódico y descubrió que en la sección de anuncios aparecía un pequeño cuadro en el que se ofrecían servicios de brujería. Lara vio el número de teléfono y sin pensárselo dos veces cogió su móvil y llamó. Ella sintió curiosidad y... alguien respondió a la llamada, era una voz de señor, algo grave, pero musical. Lara habló un buen rato con el hombre y concertó una visita a su tienda, “Dejà-vous". Lara se despidió y colgó, se quedó pensativa y al mismo tiempo ilusionada.

Estuvo muy distraída, a lo largo de la mañana, en todas las clases. Pensaba en el misterio del reloj. Lo había guardado muy bien debajo de la almohada. En casa durante la comida, volvió a mostrarse al margen de la conversación. Cuando quiso darse cuenta ya era la hora de quedar, cogió su bolso y se marchó corriendo al Parque Celeste. No había pasado un minuto cuando se presentó en el parque un hombre de cuarenta años aproximadamente, alto y delgado, con el pelo de una tonalidad entre azul oscuro y negro, pero lo que más destacaba de su deslumbrante rostro eran sus ojos color violeta. Llevaba una túnica corta, de color morado, sobre su pantalón negro. La verdad es que era un hombre un tanto extraño.

No había nadie más en el parque, así que sin dudarlo ni pensárselo dos veces se acercó a él. -Hola- dijo Lara. El hombre no contestó.-¿Es usted el tipo con el que he hablado antes por teléfono? El hombre no respondió inmediatamente, respiró con dificultad dos veces y después dijo: -Hola, ¿qué quieres?
Lara quedó impactada al ver que su voz era la misma que la del hombre con el que había hablado por el móvil. -Usted es el hombre con el que he hablado hace un rato, quiero solicitar sus servicios.

El caballero tardó en responder. Primero miró a Lara de arriba a abajo. Su mirada era seria y escrutadora. Llevaba las manos metidas en los bolsillos, este gesto hizo desconfiar a Lara que se puso un poco nerviosa. El silencio y la mirada del hombre la hizo recapacitar, y ser precavida al preguntar: -¿Podría ayudarme a descifrar un enigma?
El hombre respondió: -Supongo que sí, por cierto puedes llamarme Eduardo.
Lara le dio las gracias, y Eduardo la llevó hasta su tienda. El lugar era un tanto extraño, había muchos objetos curiosos a la vista, y mucho desorden, pero parecía un lugar acogedor. Eduardo se sentó en una antigua silla de madera y Lara en un taburete. El hombre repetía unas palabras incomprensibles y Lara le dijo: -Eduardo, me gustaría que me explicases el concepto de "Tempus fugit retro".
Él respondió: -Pues verás, quiere decir que si una persona recurre al hechicero adecuado y realizan el conjuro "Kai" los dos podrán manejar el tiempo a su antojo.

Lara no supo qué decir, le miró fijamente y le dijo: - Así que si yo quisiera retroceder o adelantar mi tiempo ¿Podría?
- Claro que si pero con una condición debes tener el reloj de oro. Nadie lo ha conseguido encontrar y lleva perdido más de 100 años. Muchos lo han buscado durante este tiempo y nadie ha sabido nada de su paradero en este tiempo. Sólo se sabe que existe. Quien lo encuentre será el nuevo miembro de la congregación de brujos. Dijo Eduardo mirando la pantalla de su móvil inquieto; como esperando algo de él.
Ella quedó paralizada durante un momento, pero rápidamente despertó pues un timbre agudo y musical empezó a escucharse por toda la tienda. Eduardo en un abrir y cerrar de ojos cogió el móvil y fue directo a la trastienda, sin decirle nada a Lara.

De pronto una voz grave y sonora se oyó por el auricular del teléfono. Eduardo reconoció perfectamente esa voz; era Úrsula una vieja amiga suya, que tenía una tienda de artículos de brujería dos calles más allá. Eduardo no quería reconocer que ella era una gran bruja y que sabía todos sus trucos pero esta vez ella llamó para darle una información muy valiosa.
- Eduardo tenemos que hablar; esta tarde a las 22.00 horas en el Parque Celeste- dijo Úrsula y colgó sin mediar palabra.

Al cabo de diez minutos Eduardo volvió, parecía algo nervioso e inseguro. Lara se despidió de él y volvió a su casa. Cuando quiso darse cuenta ya era la hora de cenar, aunque intentaba disimular a Lara se le notaba el nerviosismo, muy inusual en ella. De camino a su casa, Lara, se fue un poco decepcionada porque había confiado en Eduardo. Sin embargo, él la había dejado sola un buen rato en el mostrador de la tienda. Eduardo mientras que Lara se iba, no paraba de darle vueltas a la pregunta que la niña le había hecho. ¿Tendría algo que ver en la desaparición del reloj? Y mientras le daba vueltas a sus pensamientos, volvió a sonar el teléfono. Lo cogió y dijo...
-¿Sí?¿Quién es? Pero nadie contestó... Eduardo colgó el teléfono, pero se imaginó quién era.

Eduardo a la hora indicada fue al parque. Úrsula ya lo estaba esperando. Ella le dijo a Eduardo que sabía su secreto pero que no iba a decir nada. Él le dijo que no tenía ningún secreto para despistarla pero no lo consiguió. Úrsula, en verdad no lo sabía, pero lo que sabía era que Lara y Eduardo se traían algo entre manos y quería averiguarlo. Pero Eduardo no le dijo absolutamente nada sobre la niña. Escuchó lo que Úrsula le dijo y se marchó nervioso de allí.

Marisa, la madre de Lara, se percató que a su hija le ocurría algo grave, y se lo consultó a su marido, Omar. Entre los dos llegaron a un acuerdo: Preguntarían a Lara y hablarían con sus amigos y profesores.
Al día siguiente, sábado por la mañana, Lara estaba sola en su cuarto. Estaba distraída dándole vueltas a los acontecimientos de los últimos días con el reloj de oro en las manos, cuando..
-Lara abre la puerta..., ¿Lara me oyes? Lara guardó el reloj rápidamente debajo de la almohada. Y dijo mientras se acercaba a la puerta.
-Sí, ya voy a abrir. Lara se llevó una gran sorpresa al abrir la puerta, eran Eva y Sergi, sus mejores amigos.
Hacía mucho tiempo que no te veíamos. -Dijeron Eva y Sergi a unísono.
Lara estaba muy emocionada por volver a ver a Eva, hacía un mes se ha mudado a Phoenix y había vuelto a Forks sólo para visitarla. Respecto a Sergi, era el mejor amigo de Lara y desde hace un par de días la había notado extraña, así que decidió llamar a Eva y darle esta sorpresa. Los tres chicos se contaron sus aventuras, los unos a los otros, ... y hablando y hablando a Lara se le escapó el pequeño detalle del reloj:
-¿Cómo dices?
-Ya sé que es difícil de creer, pero es cierto.
Después de comer, a las 16:00 aproximadamente, Eduardo recibió un SMS de Lara en el que decía que quería hablar urgentemente con él. Eduardo respondió al mensaje diciendo que quedaría con Lara en su tienda a las 17:00.

Mientras Eduardo se dirigía hacia la tienda se encontró a los padres de Lara hablando con la profesora de la niña. Él pudo escuchar como le decía aquella joven: Lara estos últimos días ha estado muy distraída haciendo dibujos y garabatos en los libros; no es la niña de antes. Ténganla vigilada y pongan empeño en que estudie.
Marisa su madre le contestó: Llevamos unos días notándola rara y estamos al tanto para saber el porque de ese comportamiento inusual y extraño. En cuanto sepamos algo le diremos; esté tranquila no creo que sea nada lo solucionaremos pronto- dijo su padre.
La señorita apresurada le contestó -Bueno, tengo prisa si necesitan hablar conmigo llámenme, y por cierto díganle a Lara que el lunes tiene examen de Lengua, adiós.

Eduardo después de oír esto decidió enviar un mensaje a Lara diciéndole que hoy no podría ir.Luego se alejó con disimulo.

Eduardo enseguida se encontró con Nico, era un hombre alto, delgado, con el pelo de color negro. Llevaba una gorra de color naranja, un pantalón vaquero y una americana de color ceniza. -Ajá, entiendo, tú lo que tienes que hacer es seguir engañando a la tal Lara.
-Muchas gracias por ser tan comprensivo, Nico, haré eso. Adiós.

Esa tarde Lara se quedó en su casa estudiando lengua, en un respiro llamó a Sergi: -¿Diga?
-Hola Sergi, soy yo, Lara.
- Ah, hola.
-Quería decirte que me he replanteado las cosas desde otro punto de vista y he pensado que no me creo nada de Eduardo, últimamente está muy nervioso y, qué quieres que te diga, estoy empezando a desconfiar de él.-Buena decisión, yo tampoco me fío mucho de Eduardo.
-Te dejo, que aún me quedan los adjetivos...
-Adiós, hasta mañana.
-Adiós.

El lunes por la mañana, Lara se despertó de golpe. Se había quedado dormida mientras estudiaba.-¡Ya son las 8:45 llego tarde! Lara pegó un brinco y salto de la cama. Salió disparada por todo el pasillo, bajo las escaleras, salió por la puerta, y se encontró a su madre que le decía: Pero, ¡qué horas son estas de levantarse! desayuna rápido nos tenemos que ir ya; por cierto esta carta es para tí estaba en el buzón.
Lara cogió la nota y la tiró a la basura pues era de Eduardo y no quería saber más de él. Después dándose prisa se aseó e hizo todas las tareas. Su madre la esperaba para llevarla al cole. Corriendo y corriendo Lara llegó a clase. Tenía la cabeza hecha un lío, estaba muy nerviosa por el examen y por si fuera poco, se le había olvidado hacer los deberes de matemáticas. Ding, ding, ding, sonó la campana. Era la hora de Lengua y el examen se aproximaba... pero no había vuelta atrás porque Maite, la profe de Lengua, nada más cruzar la puerta repartió las fotocopias con una habilidad que ni un malabarista... y Lara, se hizo tal embrollo de ideas que no supo poner ni su nombre en el papel, de las preguntas ya ni hablar.
Al día siguiente, en la clase de Lengua, Maite entregó los exámenes corregidos y, para sorpresa de Lara... cero patatero. La joven chica miró de arriba a abajo todo el folio, y no había duda, era el suyo. Lara se quedó muy disgustada, y cuando llegó a casa le tuvo que contar a sus padres la desgraciada noticia.